lunes, 17 de diciembre de 2012

No es imaginado...





No es imaginación la voz

que me llama cada noche.

 

No son imaginarios los sueños

que se pierden en la oscuridad

y que esperan cada día

a un amanecer tampoco imaginado.

 

No es imaginación tu rostro,

ni tus besos,

ni tus caricias,

y tampoco lo es

la vida que trascurre

entre el alba y el ocaso.

 

No son imaginadas tus palabras,

… ni las mías.

 

Ni es imaginario mi llanto,

cuando hablas de despedidas.


 
 

jueves, 15 de noviembre de 2012

Mucho más allá





Más allá del fino telón

que separa la vida de la nada

y a la nada de la muerte.

 

Más allá del finito infinito universo.

Más allá, incluso,

de la inmensa profundidad

de los océanos,

                                 de nuestra existencia,

                                                    de nuestros deseos.

 

Más, mucho más allá

de la fría ausencia

de mi presencia inacabada,

                                 se encuentra tu presencia imaginada.

 

Más allá de los sueños,

de las noches en vela,

de historias terminadas,

de luces, de faroles, de penumbras,

de calles angostas y frías.

 

Más allá del más allá,

vives esperándome y soñándome,

mientras yo aquí, acá,

                                   vivo soñando que me esperas.
 
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© 2012– texto y fotografía.- José Ignacio Izquierdo Gallardo

domingo, 11 de noviembre de 2012

El tren




Suena el silbato de un tren

en la lejanía de las vías.

Anuncia su llegada,

                               su parada,
                                          
                                               su partida.

 

Anuncia el fin

de la espera esperada;

el final de un trayecto,

el principio del todo

o quizás de la nada.

 

Suena el silbato de un tren

que se aleja para siempre

de la vieja y cansada estación

que yo creí propia

sin serlo en realidad,

porque de uno no hay nada.

 

Suena el ruido de un tren

que recorre siempre la misma ruta

de planas llanuras

y de altas montañas. 

 

Deja oír su marcha,

para que se sepa que se acerca;

                                     o que se para;

                                                        o que se aleja.
 
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martes, 6 de noviembre de 2012

Tiempo a contratiempo



 
 
Desvestimos a la noche deseada.

Deslizamos como lobos hambrientos

la cremallera de nuestras vergüenzas

y dejamos al desnudo

la anhelada terquedad de nuestros cuerpos.

 

No nos importó que la lluvia

cegara nuestras pieles

ni que la oscuridad

doblegara nuestras mentes

hasta convertir nuestros sentidos

en figuras de cartón piedra.

 

No nos importó que el alba

nos encontrara entre las sábanas

del mañana,

y acariciara nuestras sienes

con gestos de complacencia.

 

Deshojamos la noche lentamente,

disfrazando nuestros silencios

como fuegos de artificio,

y dejamos flotar nuestra respiración

entre los espacios infinitos

de esta habitación imaginada.

 

Somos el olvido

que borra los recuerdos caducos

de nuestras vidas no vividas.

 

Somos el ángel que extermina

los rostros desconocidos

que se pasean con prestancia

por este lugar de paredes desconchadas,

de farolas de luz apagada,

de calles desiertas,

y de oscuridades con olor a sangre y a miedo.

 

Deshicimos la noche poco a poco,

brindando con el elixir

que solo nos permite recordar el futuro;

 y nos sentamos a esperar la llamada

de los dioses de la mañana.

 

Somos tiempo a contratiempo

de una mirada buscada

que sabe que los recuerdos y los adioses

pretenderán que solo andemos

por los caminos yelmos

de nuestras soledades.
 
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© 2012– texto y fotografía.- José Ignacio Izquierdo Gallardo

miércoles, 31 de octubre de 2012

El bosque de la niebla








Me invocas hasta desgastar mi nombre.


Desvalijas cada una de sus letras
y las ocultas en la espesura
del bosque de la niebla.

Un hombre sin nombre;
un rostro sin mirada;
un llanto sin lágrimas.

Sabes que con ello me condenas
a vagar entre la nada,
con el alma cautiva
anclada con grilletes de oro
a las puertas del infierno.

Me aterroriza adentrarme
a buscarlas por los caminos sin senda,
y escuchar el aullido del lobo
y los gritos de la noche
abrazados a mis miedos.

Me resigno a morir un poco cada día
hasta encontrar la manera
de liberarme de tus cadenas,


o a vivir un poco cada noche,
abocado a recordar tu nombre
y a guardar luto
por cada uno de mis sueños.



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© 2012– texto y fotografía.- José Ignacio Izquierdo Gallardo









 

domingo, 28 de octubre de 2012

Culpable




Dispuesto estoy a cumplir condena

por querer robar al otoño

el tiempo y la distancia que nos separa;

 

por pintar con colores de futuro las nostalgias.

Por querer soñar en pasado el pasado

y abrirme paso entre miradas del presente.

 

Por beberme la noche en un suspiro

y emborracharme del tiempo tardío

mientras dejo tras de mí

el negro abismo de mi nada.

 

Dispuesto estoy, si esa es mi suerte,

a que el universo me señale para siempre

por dejar marchitar

las últimas rosas de este jardín

sentenciado a la muerte y al olvido.

 

Porque ya no   “me conformo

                        con mirar, de vez en cuando,

las cumbres de tu perfil

acariciadas por las primeras nieves del invierno,

ni imaginarte engalanada con ese manto blanco

que te protege del frío helador

de la indiferencia de los años…”     
                                                                                   (del poema me conformo)

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© 2012– texto y fotografía.- José Ignacio Izquierdo Gallardo.

 

viernes, 26 de octubre de 2012

AUGURIO


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Al unísono escribiremos

los versos de nuestras noches de amor

y de nuestros silencios.

 

Como un Grafitti interminable

plasmaremos en la pared desnuda

el desnudo color de nuestros besos;

 

y abrazaremos las nostalgias prestadas

mientras diluimos nuestras figuras

en las sombras de nuestros miedos.

 

Nos dejaremos llevar...

 

Nos dejaremos llevar

invadiendo el espacio de la razón

y traspasando el fino telón sin fin

de la frontera que se extiende

a lo largo de nuestros cuerpos.

 

Y como niños esconderemos

los secretos inconfesables

                              e inconfesados

                                    (de un pasado que todavía no está escrito)


en el lugar donde conviven

las utopías de los instantes,

y donde un día, tú y yo,

daremos muerte a las razones

que la lógica quiera imponernos.

 

Porque los dos sabemos,

                                                    que allí,

donde las palabras callan,

                                 solo habitan,

                                                 solo hablan,

                                                             y solo se escuchan

                                                                                     los silencios.

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miércoles, 24 de octubre de 2012

(In) Conciencia



 
Se remueven las conciencias

de los días bisiestos,

de las oscuridades de sábanas mojadas,

de los besos sin labios encontrados,

y del maullido feroz

                         del hombre gato

en las noches de luna nueva.

 

Me remueve la conciencia

el silencio de un silencio,

el amor de contrabando,

o el robar las caricias de las olas

mientras me dejo abrazar por su nada.

 

Me remueven la conciencia tus adioses,

tus continuos e inagotables

e insufribles adioses.

tus palabras no escuchadas

que se encuentran

con las mías nunca dichas.

 

Me remueve la conciencia

el ser consciente de mis pensamientos,

el abrirme paso entre la niebla

de la noche de los sueños,

el escalar por tus senos

y adentrarme entre bosques interminables

                                                           e insaciables

de placer ajeno.

 

Pero sobre todo,

me remueve la conciencia,

mi falta de arrepentimiento.
 


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© 2012– texto y fotografía.- José Ignacio Izquierdo Gallardo

lunes, 22 de octubre de 2012

Escribo


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Escucho el silencio de la noche

y escribo lo que siento;

o quizás lo que no siento,


                                            pero escribo.

 

Miro al cielo y veo estrellas,

y lunas que quisiera llenas,

y soles apagados

que descansan y duermen,

y hasta tal vez sueñan.

 

Escucho el silencio de la noche,

y escribo lo que no siento;

o quizás lo que realmente siento,

                                                pero escribo,

                                                                imagino,

                                                                               sueño.

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