martes, 6 de noviembre de 2012

Tiempo a contratiempo



 
 
Desvestimos a la noche deseada.

Deslizamos como lobos hambrientos

la cremallera de nuestras vergüenzas

y dejamos al desnudo

la anhelada terquedad de nuestros cuerpos.

 

No nos importó que la lluvia

cegara nuestras pieles

ni que la oscuridad

doblegara nuestras mentes

hasta convertir nuestros sentidos

en figuras de cartón piedra.

 

No nos importó que el alba

nos encontrara entre las sábanas

del mañana,

y acariciara nuestras sienes

con gestos de complacencia.

 

Deshojamos la noche lentamente,

disfrazando nuestros silencios

como fuegos de artificio,

y dejamos flotar nuestra respiración

entre los espacios infinitos

de esta habitación imaginada.

 

Somos el olvido

que borra los recuerdos caducos

de nuestras vidas no vividas.

 

Somos el ángel que extermina

los rostros desconocidos

que se pasean con prestancia

por este lugar de paredes desconchadas,

de farolas de luz apagada,

de calles desiertas,

y de oscuridades con olor a sangre y a miedo.

 

Deshicimos la noche poco a poco,

brindando con el elixir

que solo nos permite recordar el futuro;

 y nos sentamos a esperar la llamada

de los dioses de la mañana.

 

Somos tiempo a contratiempo

de una mirada buscada

que sabe que los recuerdos y los adioses

pretenderán que solo andemos

por los caminos yelmos

de nuestras soledades.
 
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© 2012– texto y fotografía.- José Ignacio Izquierdo Gallardo

1 comentario:

carmen fabre dijo...

Sí, somos tiempo a contratiempo.. gracias José Ignacio.

Un abrazo