Por querer que los vientos del sur
me traigan una a una
las letras de tu nombre…
… me llaman loco.
Por desear que los silencios latentes
nos abracen
y mantengan en secreto mis pensamientos…
… también me llaman loco.
Por desear que nuestras pieles se acaricien,
y se besen,
y se sientan;
y llegue el momento
en el que se crucen nuestros nombres…
… piensan que soy un loco.
Por llamarte desesperadamente
desde el inexistente mar de mis deseos.
O por creer que el rumor de las olas
me devolverá el eco de mis palabras…
… hay gente que cree que estoy loco.
Por querer salir de esta cárcel
de barrotes invisibles,
y por ser el intratable carcelero
de mi propia existencia…
… no dudan en llamarme loco.
Por querer oler tu cuerpo;
por desear saborear tus labios
y pensar en tu indudable existencia,
aunque la razón y la conciencia dicten lo contrario;
por sentarme en un porche imaginario
esperando tu llegada al atardecer,
aunque nuestras miradas no tengan
ni rostros ni sonrisas…
… hasta yo mismo creo que estoy loco…
Y no entiendo el porqué.
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