Llega la noche.
Y con ella, ese instante inacabado
en el que la penumbra invade y gana
la batalla del tiempo.
Lugar indefinido donde se vuelven
plurales los sentidos y las miradas;
donde los cuerpos se cruzan sin rozarse;
donde la piel se eriza
al sentir el frío abrazo de la nada.
Llaga la noche.
Y con ella llegan los rasgos del pasado
disfrazando mis sueños,
abriéndose paso por la fina
membrana de mi subconsciente.
Apenas dura un segundo.
Una vida vivida en un suspiro;
y sin darme cuenta, la oscuridad se apropia
de mis sentidos y los envuelve con mimo,
vigilando mis sueños hasta la llegada
de la primera claridad que acompaña a “el alba”,
y en donde de nuevo aparecen, por un instante,
tus manos, tu mirada y tu sonrisa.
Y donde nuestros desnudos cuerpos
descansan el uno junto al otro
sobre un manto de niebla
que acaricia nuestra piel;
antes de separarnos una vez más
a la espera del próximo anochecer.
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© 2012– texto y fotografía.- José Ignacio Izquierdo Gallardo
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