No es imaginación la voz
que me llama cada noche.
No son imaginarios los sueños
que se pierden en la oscuridad
y que esperan cada día
a un amanecer tampoco imaginado.
No es imaginación tu rostro,
ni tus besos,
ni tus caricias,
y tampoco lo es
la vida que trascurre
entre el alba y el ocaso.
No son imaginadas tus palabras,
… ni las mías.
Ni es imaginario mi llanto,
cuando hablas de despedidas.
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