Cuando la tarde llegue a su fin.
Cuando sus últimas luces
marquen la línea del lejano horizonte,
y el perfil de sus sombras desaparezcan
de manera casi imperceptible.
Cuando el sol acaricie
las cumbres de las montañas.
Cuando el viento arrope con su abrazo
las miradas, siempre subyugadas
de los que lo despiden.
Cuando la oscuridad se adueñe
de los pensamientos cautivos,
y enjuague las lágrimas
emocionadas del atardecer.
Cuando el calor desaparezca
y la piel se erice con un suspiro…
Aparecerá tu imagen,
solo por unos segundos,
y sonreiré por si me miras,
y miraré por si sonríes.
Cuando la tarde ya haya muerto,
lloraré tu ausencia;
maldeciré mi silencio.
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© 2012– texto y fotografía.- José Ignacio Izquierdo Gallardo
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